jueves, 19 de junio de 2008

Las Puertas Del Infierno

Las puertas del infierno hoy se abren para mi,
ansiosas que están de verme atravesar su dulce
umbral, de abrazarme con su cálido aliento.
Y el fuego rodea mi piel, y el veneno que mi sangre es
deja su rastro armonioso al pasar, en su negra forma
con marcas de mis dedos negándose a entrar.
¿Son gritos de dolor o de ovación los que escucho
al pasar? quizás me esperan las hermosas hadas
de la muerte para cobijarme en su lecho sulfúrico.
Oh bésame fuego, arrástrame hasta el abismo
de donde nunca me dejarás escapar, ni un poco de piedad
me concedas, pues en cualquier oportunidad, escaparé.
Y es que ella me espera al otro lado, ¿como negarme
a su mirada fiel, a su mirada tierna que fue echa para mi?
Y por ella romperé tus infernales cadenas con mis manos
mortales, y no habrá ningún ángel caído capaz de detenerme
pues es ella quien me espera al otro lado, con sus brazos
extendidos hacia mi, me llama por mi nombre y algún
sobrenombre que aun que cursi, es inevitable.
Si me detienes, me harás sufrir por no dejarme a su lado
estar, mas si aun me detienes, de alguna forma escaparé.
Las puertas del infierno hoy se abren para mi,
Mañana las romperé con mis manos, para a tu lado llegar.
Espera un poco, pronto estaré contigo.

martes, 17 de junio de 2008

La Mujer Dormida (Una Raza Maldita IV)

Ve, amor... a donde la gloria te aguarda
con sus brazos forrados de oro solo para ti,
que para esto haz nacido y para esto morirás.
Yo... aguardaré tu regreso, fiel a tu memoria,
con lágrimas perdidas en mi interior que
no saldrán nunca a tocar el aire que respiras
y jamás ahogaran tus ganas de luchar.
Ve hacia donde tus sueños nacen y se
hacen materiales frente a ti, mientras yo
me cubro con un manto de blanco color
y frío cobijo.
En mi vientre esperará ansioso, el momento
de dar a luz a una nueva espiritualidad,
tu hijo de piel canela y con su sangre hirviendo,
impaciente por ver la luz del nuevo amanecer.
Yo esperaré aquí dormida, cobijada por las estrellas
del cielo, a que me despierte el calor de tu dulce
aliento.