Una figura negra expectante
me acecha, esperando el momento
de mi muerte, para devorar mi cuerpo.
Escucho su aleteo, detrás de mi,
esta tan cerca que puedo olerla
y sentir la misma hambre que ella,
solo que afortunada es, pues
ella encontró su presa, en cambio
yo descansaré en el suelo
mientras mi agotado cuerpo
perece bajo el sol.
Sus ojos me miran, tan amarillos
que son, me perforan el pecho.
¡Un poco de paciencia!
Pronto moriré y podrás comer,
mientras tanto déjame disfrutar de
mi lenta agonía, este dolor abdominal
que absorbe mi vida, mi corta
inocencia.
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